Existen momentos en los que aparecen noticias en nuestro entorno que pueden desasosegarnos profundamente.
Hace poco leía una noticia muy desconcertante en el periódico El Español, cuya autora afirmaba que el PSA y el tacto rectal no tienen ningún papel en el diagnóstico del cáncer de próstata, basándose en los resultados de un estudio publicado en la revista British Journal of Urology International.
Dentro de pocos días empieza noviembre, y se pondrán en marcha las campañas de concienciación de la población sobre la salud del varón y el cáncer de próstata. De repente empiezan a llegar muchas noticias sobre una enfermedad que parece ser muy frecuente, y podemos tener una sensación de plaga, de que es imposible librarse.
En esos momentos, podemos encontrarnos preocupados, con ideas depresivas de enfermedad y muerte. Podemos incluso desarrollar impulsos hacia hábitos de vida poco saludables cómo válvula de escape.
Por todo esto, es importante que los profesionales de la salud y la medicina orientemos a la población sobre los datos reales, contrastados a lo largo de décadas, para huir del sensacionalismo.
Lo cierto es que el cáncer de próstata es una enfermedad frecuente cuya incidencia aumenta con la edad, el segundo cáncer más frecuente en el hombre, con más de un millón de casos diagnosticados en el mundo, pero cuyas formas menos agresivas están asociadas a una mortalidad baja, que llega casi a cero en el caso del cáncer de próstata de bajo riesgo.
Es verdad también que, a pesar de todas las noticias que aparezcan en medios de divulgación generales, no existe una relación demostrada entre los hábitos de vida y el cáncer de próstata. Lo que es innegable es que el PSA (Prostatic Specific Antigen) tiene un papel hoy en día en el diagnóstico de este tipo de cáncer, así cómo el tacto rectal.
En los años 90, el descubrimiento de este marcador, que es una proteína que ayuda a hacer liquido el semen, provocó una caída abrupta en la mortalidad por cáncer de próstata. Antes de esta década, este tumor se diagnosticaba tarde, cuando ya afectaba al hueso o a órganos vecinos, por lo que el tratamiento no podía ser curativo. Al diagnosticarlo de manera más precoz, se podía curar la enfermedad. Esto sigue siendo aplicable hoy en día.
De la misma manera, el tacto rectal detecta algunos tumores no productores de PSA, por lo que pueden escaparse a un chequeo sin esta exploración, de ahí que siga teniendo su papel actualmente.
De estos datos podemos deducir el mensaje que nos cansamos de repetir; es importante acudir a una revisión con el médico de cabecera o urólogo a partir de los 50, o algo antes si tenemos antecedentes familiares.
El debate viene de que se han publicado datos, hace bastantes años, sobre un exceso de diagnóstico de formas poco agresivas, y sobretodo que han sido “sobretratadas”. Esto conlleva secuelas y ha demostrado no reducir las cifras de mortalidad en algunas formas clínicas indolentes.
Pero como toda información que genera mensajes en medicina, se ha de contrastar. Lo cierto es que la US Task Force for Prostate Cancer, el organismo que estudió este fenómeno en los Estados Unidos, no contaba entre los integrantes con ningún urólogo ni oncólogo, si no pediatras y ginecólogos entre otros, con lo que quizás la enfermedad no se puso en un contexto clínico adecuado.
De la misma manera, las peculiaridades del sistema de salud estadounidense hace que en España, estas conclusiones no se puedan aplicar.
Lo que ha sido demostrado es que, en algunos casos, no es necesario aplicar un tratamiento con cirugía o radioterapia, si no simplemente observar o vigilar. De la misma manera, tanto la cirugía cómo la radioterapia en sus distintas formas, han evolucionado perfeccionándose, y minimizando sus posibles secuelas. Es importante discutir con su urólogo las distintas opciones de tratamiento: prostatectomía robótica o laparoscópica, radioterapia, vigilancia activa, etc.
Esto quiere decir que el problema no es el diagnóstico, si no la actitud posterior al mismo, es decir el tratamiento.
Aplicándolo a nuestro querido PSA, el problema no es realizar un PSA, si no saber interpretarlo.
El cáncer de próstata, cómo otros tumores, poco a poco se va convirtiendo en una enfermedad crónica, con un abanico de tratamientos muy eficaces en función de su estadio, por lo que no hay que tenerle miedo, si no seguir los consejos de salud de los profesionales, sin dejarse condicionar por información poco contrastada.
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